Así es como el bloqueo está cambiando nuestros cerebros

El aislamiento social puede provocar mal humor y dificultades en las relaciones. La razón está todo en el cerebro, que es probado por el bloqueo.

El encierro es una prueba de resistencia en toda regla.

Quienes han probado la zona roja lo saben bien, pero también la naranja vive todas las dificultades del caso.

En pocas palabras, es de hecho un aislamiento social donde los únicos contactos que puedes (y terminas teniendo) son aquellos con tu unidad familiar.

Misma gente, misma dinámica, cualquier tipo de estímulo fuera de su hogar y, en consecuencia,pocas experiencias.

Poco a poco el cerebro luego cambia su estructura.

Te explicamos cómo y qué sucede. Y sobre todo, qué intentar para ralentizar el proceso.

Así es como el encierro está cambiando nuestros cerebros

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El estrés se vuelve crónico

La preocupación continua por la salud, el aislamiento social, la rotación limitada de actividades (casa-trabajo-casa para quienes todavía van a la oficina, casa-supermercado-casa para otros) asegura surge una situación de estrés crónico.

La hormona del estrés circula a niveles altos durante mucho tiempo y esto puede cambiar respuestas inflamatorias e inmunes.

Notando el signos de fatiga que nuestro cuerpo nos envía puede ser decisivo para actuar de inmediato en busca de placeres que puedan hacer circular las endorfinas.

Buscando estímulos (incluso dentro de las limitaciones permitidas) será posible ralentizar este proceso dando un poco de aliento a nuestro cerebro.

Las emociones cambian

El Instituto de Tecnología de California ha demostrado que en situaciones de aislamiento social prolongadas durante más de dos semanasaumenta la proteína de neuroquina B.

El nivel de esa proteína puede causar irritabilidad, miedo, agresión e hipersensibilidad a los estímulos externos.

En definitiva: lo que sientes es normal y puede ser consecuencia de este difícil momento.

La corteza prefrontal cambia

La corteza prefrontal cambia en situaciones de aislamiento social.

Investigadores de la Escuela de Medicina Icahn han descubierto que hay células de la corteza prefrontal medial que se activan en situaciones sociales.

Si no se les indica que se enciendan en la infancia tendrán dificultades para actuar incluso en la edad adulta.

Estas celdas son aquellas responsable de la interacción humana que por lo tanto, como adultos, podría ser más agotador.

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